Del blanco y negro de los dibujos de la ilustradora Apollonia Saintclair brotan deseos y fantasías eróticas que se colorean en nuestra imaginación, mucho más allá de sus trazos monocromos.
Al igual que el artista callejero inglés Banksy, Apollonia no revela su identidad, para que la calidad de su obra hable más alto y nuestra imaginación se alimente directamente de lo que su dibujo representa.
Al bañar el erotismo explícito en un realismo fantástico, las escenas retratadas por la misteriosa Apollonia suelen ser bastante realistas en una primera capa, pero siempre adornadas por algún detalle surrealista que la traslada de la realidad al reino de la fantasía.
Al igual que los deseos, que suelen invadir la realidad y transportarnos súbitamente a otro campo de imaginación y significado, la obra de Apollonia difumina la frontera entre nuestros impulsos sexuales más puros y lo que experimentamos a diario. Según la artista, la pintura es su sangre y, como resulta, nuestra imaginación es su verdadero lienzo.
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