¿Sabía que durante 42 años, los Juegos Olímpicos celebraron "prueba de sexo" Las pruebas eran extremadamente humillantes y constituían de hecho una persecución de las personas intersexuales.
Todo empezó en 1959 con Foekje Dillema, una corredora holandesa. Después de competir mano a mano con Fanny Blankers-Coen, considerada la mejor corredora de la historia de Holanda, los médicos decidieron examinarla para averiguar si era biológicamente hombre o mujer.
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Las pruebas demostraron que Foekje tenía un cuerpo diferente al normativo. Tenía una condición intersexual, como cromosomas XY pero sin desarrollo genital masculino. Y a partir de entonces comenzó el terror para las mujeres que competían en los Juegos Olímpicos.
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La práctica empezó a ser recurrente: médicos del Comité Olímpico Internacional observaban y manoseaban los genitales de las mujeres que competían por los testículos.
"Me hicieron tumbarme en el sofá y levantar las rodillas. A continuación, los médicos me hicieron un examen que, en lenguaje moderno, equivaldría a una despreciable palpación. Supuestamente buscaban testículos ocultos. Fue la experiencia más cruel y degradante que he vivido en mi vida", describió Mary Peters, representante británica de pentatlón moderno.
Las pruebas se cambiaron posteriormente por pruebas cromosómicas, lo que impidió a las competidoras con cromosoma Y participar en carreras femeninas.
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"La justificación dada por la entidad (COI), en este intervalo que contempla la Guerra Fría, era que los resultados de algunas atletas del bloque oriental soviético eran incompatibles con las expectativas de rendimiento para una mujer. La entidad sospechaba que los hombres se estaban infiltrando en la categoría femenina y sería necesario "proteger" a las mujeres de esta invasión. Una serie dePruebas que van desde la inspección visual de los órganos genitales de todos los atletas, entre 1966 y 1968, hasta pruebas cromosómicas entre 1968 y 1998", explica en su tesis doctoral Waleska Vigo, investigadora de Género y Sexualidad en el Deporte de la USP.
Aún hoy existen estas pruebas, pero ya no se hacen a gran escala. Ahora, cuando se interroga a una atleta, se le hacen las pruebas. Si la atleta tiene el cromosoma Y y también el síndrome de insensibilidad a los andrógenos (una afección en la que, aún teniendo el cromosoma Y, el cuerpo de la persona no absorbe testosterona), puede competir. Pero para que esto ocurriera, se produjo un gran escándalo.
María Patiño fue una corredora española que se sometió a una "prueba de sexo" en 1985 en una competición clasificatoria para los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988. Se descubrió que Patiño tenía cromosomas XY. Sin embargo, tenía pechos, vagina y una estructura corporal exactamente igual a la de una mujer.
"Perdí amigos, perdí a mi prometido, mi esperanza y mi energía. Pero sabía que era una mujer y que mi diferencia genética no me daba ninguna ventaja física. Ni siquiera podía fingir ser un hombre. Tengo pechos y vagina. Nunca hice trampas. Luché contra mi descalificación", relató María.
Luchó durante años para que se reconociera que las personas con su enfermedad, síndrome de insensibilidad a los andrógenos, pueden volver a presentarse a las elecciones y ha sentado las bases de las actuales normas sobre pruebas de género.