Prender fuego a la basura que se amontonaba en el vertedero era una práctica habitual en Centralia, una pequeña ciudad de Pensilvania, hasta que en 1962 el gobierno local abrió un nuevo vertedero, situado sobre una mina de carbón en desuso.
A finales de mayo de ese año, los vecinos empezaron a quejarse del hedor que se extendía por la ciudad, de unos 1.500 habitantes. La administración municipal llamó a algunos bomberos para que prendieran fuego a los residuos y los apagaran en secuencia. Fue tan mala idea que convirtió Centralia en una ciudad fantasma.
Ver también: Tipos de chuchos: aunque no tienen una raza definida, existen categorías muy concretasLos bomberos consiguieron apagar el fuego, pero insistió en volver a arder durante los días siguientes. Lo que no se sabía era que, bajo tierra, las llamas se propagaban por una red de túneles de la mina abandonada.
Durante los esfuerzos por controlar el incendio, se llamó a los expertos, que observaron que algunas grietas alrededor del vertedero exhalaban monóxido de carbono en cantidades típicas de los incendios en minas de carbón.
El incidente ocurrió hace más de 50 años, pero el fuego sigue ardiendo, y se cree que no se apagará en los próximos 200. Los habitantes de Centralia pasaron casi dos décadas viviendo con normalidad, aunque no podían visitar la zona donde se encontraba el vertedero.
Pero a partir de principios de los 80, la situación empezó a complicarse aún más. Un niño de 12 años estuvo a punto de morir al ser arrastrado a un agujero de 1,2 m de ancho y más de 40 m de profundidad que se abrió de repente en el patio trasero de la casa donde vivía.
El riesgo de muerte de los residentes empezó a preocupar a la población, y el Congreso estadounidense destinó más de 42 millones de dólares para pagar indemnizaciones y hacer que los ciudadanos de Centralia abandonaran la ciudad. La mayoría aceptó, pero algunos se negaron a abandonar sus hogares.
Ver también: Una marca crea un preservativo con sabor, color y olor a beiconHoy viven siete personas en Centralia. El Gobierno ha intentado obligarles a marcharse, pero ante su negativa, en 2013 se llegó a un acuerdo: podrán vivir allí hasta el final de sus días, pero tras su muerte, sus casas pertenecerán al Estado, que sigue buscando la evacuación total.
El pueblo se ha convertido en una atracción turística, y algunos dicen que inspiró la creación de la serie de juegos Silent Hill. Entre los lugares favoritos de los visitantes se encuentran grandes grietas en las calles que siguen emanando gas, y también un tramo de autopista que se cerró debido a los agujeros y desniveles que surgieron con el tiempo.
Hoy se la conoce como Graffiti Highway, porque, desde mediados de la década de 2000, muchos turistas han aprovechado el espacio libre para dejar sus marcas, incluidos dibujos de órganos sexuales, imágenes artísticas y mensajes reflexivos.