Una de las más grandes escultoras de todos los tiempos tiene por fin su propio museo. El Museo Camille Claudel acaba de abrir sus puertas en la localidad de Nogent-sur-Seine, a una hora de París, dedicado a la obra de una escultora que murió abandonada en un manicomio y cuya obra tuvo que esperar décadas para ser finalmente reconocida como uno de los más grandes nombres de la escultura de todos los tiempos.
La colección del museo abarca desde la primera obra que Camille expuso, en 1882, hasta sus últimas esculturas en bronce de 1905, periodo en el que comenzaron a aparecer sus primeros signos de perturbación mental, que la acompañaron hasta el final de su vida, a los 78 años, en 1943.
La colección cuenta también con 150 obras de otros artistas de su época, con el fin de poner de relieve el talento original y extraordinario de Camille, así como el modo en que sus contemporáneos se vieron entonces influidos.
Por desgracia, es imposible escribir sobre Camille Claudel sin mencionar su trágica historia y su complicada relación con Auguste Rodin.
Tras haber sido ayudante y amante del "padre de la escultura moderna", el talento de Camille -y, en consecuencia, su salud mental- se vieron eclipsados en última instancia por el reconocimiento de Rodin, así como por el machismo imperante, que impedía ver a una mujer como un genio del arte de igual grandeza, y por el juicio moral con el que la sociedad condenó a Camille en su condición de amante.
Rodin esculpido por Camille
Ver también: Cómo son en la vida real los actores que interpretan a villanos y monstruos del cine de terrorEn los últimos 30 años de su vida, Camille prácticamente no recibió visitas en el manicomio donde vivía, y aunque se le había diagnosticado varias veces que podía volver a la vida social y familiar, acabó viviendo hasta su muerte recluida en un hospital psiquiátrico.
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La historia de Camille ilustra agudamente el grave punto al que pueden llegar el machismo y la desigualdad de género: ofrecer a una artista de tal grandeza su propio museo es un primer paso fundamental; que sea el primero de muchos, para que en el futuro tales pasos sólo sean referencias a un oscuro pasado que ya no existe.
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