Fuimos a visitar un café en Vila Madalena que practica el " café compartido "Este hábito del "café pendiente" surgió gracias al libro El café colgante en la que un personaje se toma su café y cuando paga la cuenta deja dos cafés pagados: el suyo y uno pendiente para el próximo cliente que venga.

Llegué a Ekoa Café sin avisar, sin pedir cita, simplemente fui. Al llegar vi un tablón que hablaba del café compartido, y que había 3 cafés regalados, mirad el tablón (cuando hice la foto uno de los cafés ya se había borrado):

Luego, junto con el café, llegó una bonita nota anónima de la persona que lo dejó pagado:

Más tarde, pedí hablar con la dueña, y entonces Marisa me dijo que la inspiración realmente vino del libro mencionado anteriormente, que la idea ha estado funcionando durante 3 años, y que desde entonces ha escuchado varias historias inspiradoras debido a estos actos de bondad, donde la cita "La bondad engendra bondad" se eleva a otro nivel.

Marisa también me dijo que eligió el café como "objeto" de compartir porque el coste es más asequible, pero que ha habido gente que ha pagado almuerzos, platos específicos, postres y todo lo que se puede compartir con los demás. También me dijo que comparte la misma idea que yo, que es una eterna optimista, y que le impresiona la cantidad de gente que duda de queEste tipo de idea no funcionaría en Brasil, con la duda de si se entregará el café, etc.

He aquí una gran lección para todos nosotros de que sí, tenemos Razones para Creer en un mundo mejor. Y para los que se lo estén preguntando, sí, también dejé un café compartido con una notita.

La historia que me hizo tomar conciencia del "café pendiente" fue ésta:

"El café pendiente"

"Entramos en una pequeña cafetería, pedimos y nos sentamos en una mesa. Pronto entran dos personas:

- Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres "pendientes".

Pagan sus cinco cafés, se beben sus dos y se van, pregunto:

- ¿Qué son esos "cafés pendientes"?

Y me lo dicen:

- Espera y verás.

Pronto llegan otras personas. Dos chicas piden dos cafés y pagan normalmente. Al cabo de un rato, llegan tres abogados y piden siete cafés:

- Tres son para nosotros, y cuatro están "pendientes".

Pagan siete, cogen sus tres y se van. Luego, un chico pide dos cafés, se bebe sólo uno, pero paga los dos. Estamos sentados, hablando y mirando a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol que hay delante del café. De repente, un hombre con ropa barata aparece en la puerta y pregunta en voz baja:

- ¿Tienes algún "café pendiente"?

Este tipo de caridad apareció por primera vez en Nápoles. La gente pagaba por adelantado el café para alguien que no podía permitirse el lujo de una taza de café caliente. Además, no sólo dejaban café, sino también comida en los establecimientos. Esta costumbre traspasó las fronteras de Italia y se extendió a muchas ciudades de todo el mundo".

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