El límite entre un fetiche excitante y una actitud invasiva e incluso abusiva es tenue, y reside en el deseo de los implicados, si se trata de una práctica consentida. Es el caso del envío de "desnudos", que, cuando no se solicita, deja de ser una práctica potencialmente seductora, para convertirse en un gesto extremadamente invasivo. Pero, ¿por qué alguien enviaría una foto de su propio cuerpo desnudo, especialmenteUn experimento realizado con 1.087 hombres heterosexuales respondió a esta pregunta.
Ver también: El Día Mundial del Espíritu Empresarial Femenino celebra el liderazgo de las mujeres en el mercado laboralVer también: João Kléber hace una prueba de lealtad a la serie con su pareja en una nueva acción de NetflixEl propio título de la investigación -publicada en la revista Revista de investigación sexual - A través de un extenso cuestionario, se evaluaron las motivaciones para enviar desnudos -también con preguntas sobre personalidad, narcisismo y machismo-, así como la expectativa de respuesta del envío, y ahí radica la explicación encontrada.
Según la encuesta, el 48% de los hombres implicados han enviado desnudos no consentidos, y el 43,6% de los que los enviaron esperaban recibir un desnudo de vuelta. La segunda motivación más comúnmente presentada fue entender el envío como una forma de "ligar". El 82% esperaba que las mujeres que recibían los desnudos no deseados se excitaran con las imágenes, y el 22% dijo que creían que se sentirían "valoradas"También hay un elemento oscuro en la encuesta: el 15% afirma que esperaban provocar miedo en quienes recibían las imágenes, y el 8% quería que los destinatarios se sintieran avergonzados.
La conclusión obvia está probada por la investigación: los hombres que envían nudes sin que la mujer lo pida son más narcisistas y machistas. Este es un tema importante en una sociedad cada vez más tomada por el sexting, el porno de venganza y otras formas de sexualidad -y con ella, de abuso- virtual. Cabe recordar que desde finales del año pasado el envío de nudes no solicitados, así como deotras formas de acoso sexual, se consideran delito en Brasil.