Escrito por Paul McCartney y lanzado por Beatles en 1968, la canción "Hey Jude" se ha convertido en uno de los clásicos más inmortales del siglo XX, como parte de nuestro repertorio universal: es increíble imaginar que hubo un mundo y una época en que "Hey Jude" y su "na na na na" simplemente no existían todavía. La icónica grabación se publicó como otro compacto de los Beatles, y rápidamente se consagró como un himno, gracias en gran parte a su inolvidable estribillo final.
Originalmente titulada "Hey Jules", la canción fue escrita como un diálogo entre Paul y Julian Lennon, el hijo de John con su primera esposa, Cynthia, para consolar al niño, que entonces tenía 5 años, durante el divorcio de sus padres. Paul visitó a Cynthia y a su ahijado y por el camino, mientras conducía y pensaba en lo que le diría al niño, empezó a tararear.
Publicada como cara A del compacto que incluía la atractiva (e igualmente sensacional) "Revolution" de Lennon en su otra cara, "Hey Jude" se convertiría en la canción más longeva de los Beatles en las listas de éxitos, ocupando el número uno durante nueve semanas ininterrumpidas con ocho millones de copias vendidas.
Na, na, na: por qué el final de "Hey Jude" es el mejor momento de la música pop
Para el lanzamiento, los Beatles, que llevaban dos años sin actuar en directo, prepararon un vídeo en el que tocaban ante el público con una orquesta. Desde el impactante comienzo, con el joven Paul mirando directamente a la cámara, entonando la melodía que da título a la canción, hasta el final, todo en el clip se convirtió en histórico, y la proyección de esta actuación en los programas de televisión hizo de "Hey Jude" unéxito instantáneo.
Ver también: 5 de los animales más adorables del mundo que no son tan conocidosSin embargo, hay un momento en particular, que McCartney sigue interpretando en los conciertos, que convierte a "Hey Jude" en uno de los grandes momentos de la música pop: su sección final, de cuatro minutos de duración. coda que invita al público a corear su "na, na, na..." hasta repetir el lema de la canción, en una explosión catártica y emocional.
La adhesión del público la primera vez fue a invitación de la banda, con el público invadiendo el escenario para cantar, y esa invitación se extiende hasta hoy - como la más simple de las epopeyas, una memorable canción pop que nunca termina: no hay concierto de Paul en el que el público no cante, entre lágrimas, ese final. Es un momento de sincera comunión, incluso en tiempos tan polarizados, en el que elEl mayor cantautor popular de todos los tiempos invita al mundo a unirse en una canción. Casi sin letra, prácticamente sin palabras, con no más de tres acordes y una melodía sencilla. Hablando directamente al corazón.
El hecho de que incluya "Revolution" en su cara B -posiblemente la más politizada de las canciones de los Beatles- parece subrayar el sentido de esa comunión como parte esencial, efectivamente política, de la canción. "Hey Jude", después de todo, se publicó en pleno 1968, uno de los años más turbulentos de todo el siglo XX.
Hay algo eficaz y emocionalmente directo (y por tanto político en el sentido micro y humano de la palabra) en invitar, en ese momento de la historia, al mundo entero a cantar juntos una melodía, sin mayor mensaje que la propia unidad, la superación del dolor: convertir una canción triste en algo mejor.
Ver también: Una nueva especie de estornino marino refleja los colores al nadarDebe ser un placer especial para un compositor tener en su repertorio una pieza capaz de hacer cantar a todo un estadio, en cualquier lugar y momento, de forma tan unísona y natural como el final de "Hey Jude". La samba tiene tradición en este tipo de estribillos -en los que sólo se canta una melodía, sin letra, para que el público cante con ella- pero, debido a las barreras culturales y lingüísticas,Por desgracia, este estilo no llega con tanta fuerza al resto del mundo.
Así, "Hey Jude" se convirtió no sólo en un símbolo de la madurez de Paul como compositor -que sólo tenía 26 años cuando se publicó el compacto- y de los Beatles como grupo, sino que también se confirmó como esa invitación perpetuamente abierta para que el mundo, al menos durante los 4 minutos finales de la canción, se uniera sin restricciones.
Y el mundo ha ido aceptando la invitación, asimilando el mensaje que la canción ofrece en sus estrofas y, finalmente, practicando lo que la letra sugiere, que no carguemos el mundo sobre nuestros hombros, al menos durante su estribillo final, forjando, en una especie de asociación con todo el planeta durante los últimos 50 años, el momento más impactante de la historia de la música pop.