En 1936 el poder de la Alemania nazi seguía siendo exhibido con orgullo por sus dirigentes sin pudor por el mundo, que en general todavía lo observaba con recelo o como mucho con crítica - cuando no era bien visto por los ojos de otros países. En este contexto se fabricó y puso en el aire el dirigible LZ 129 Hindenburg, el mayor zepelín jamás construido. Con 245 metros dede longitud y 200.000 metros cúbicos de hidrógeno que lo sostenían en vuelo, el Hindenburg era un símbolo de la fuerza de la Alemania nazi.
Ver también: Una madre publica la foto de su cicatriz de cesárea para desmontar los estereotipos sobre el partoDurante 14 meses, el Hindenburg realizó 63 vuelos, transportando a menudo a unos 100 pasajeros a 135 km/h. Su primer vuelo comercial partió de Alemania con destino a Brasil, y de las 17 veces que cruzó el Atlántico, 10 fue a EE.UU. y 7 a Brasil. Su interior contaba con dormitorios, salones públicos, comedores, salas de lectura, salas de fumadores y salas de fiestas.
Sus días de gloria terminaron, sin embargo, el 6 de mayo de 1937, cuando, mientras se preparaba para aterrizar en Nueva Jersey, EE.UU., un incendio envolvió la aeronave, llevándola a tierra y a la destrucción completa. La desaparición del Hindenburg fue trágica, pública y se cobró la vida de muchas personas. 36 personas murieron en el accidente, que fue filmado y grabado, para tristeza de todos. Sorprendentemente, 62 personassobrevivido.
El uso de hidrógeno en lugar de gas helio se hizo por razones económicas, y acabó sellando el destino del zepelín: la sugerencia de usar helio se hizo por razones de seguridad, ya que el gas no era inflamable. Lo que parecía una superación y una muestra de la capacidad humana, se convirtió en un ejemplo perfecto de orgullo y codicia, que se cobró vidas e historias, al igual que el horror y laabsoluta ignorancia del régimen.
Los días de los zeppelines como medio de transporte llegaron a su fin con el trágico accidente del Hindenburg, señalando el abominable destino que aguardaba a Alemania unos años más tarde, así como al mundo entero, y que parece haber sido captado por el narrador que, ante el incendio y la tragedia que se cernía sobre él, al ver el zeppelín en llamas sólo pudo exclamar entre lágrimas: "Ah, elhumanidad".
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